viernes, 23 de octubre de 2009

Reflexión acerca de las cadenas por internet.

El tema que me compete hoy es el siguiente; la cantidad de cadenas que andan dando vueltas por los correos electrónicos. Estoy hablando de los famosos ".pps".
Andan tantos dando vueltas que no sé como calificarlos, hay de todos los géneros, esotéricos, políticos, cómicos, naturalistas, del espectáculo, automotores, de dibujos, poemas, religiosos, amor, deportivos, de movilizaciones sociales y que se yo cuánto más.
Por lo general son reenviados, y no por ser algo divertido o interesante, ni siquiera cultural, sino simplemente porque vienen con una maldición incluida. La gente está aterrada de quedar engüalichado con alguna de esas cadenas. Yo soy de aquellas personas que no las reenvían; así que estoy llena de maldiciones y mala suerte, en todos los ámbitos, salud, dinero, amor, amistad, trabajo, etc, que sumados, supongo llegaran a un par de años o más.
Creo que me había olvidado del tema, porque todos mis contactos de correo electrónico habían sido advertidos de la "prohibición de mandarme cadenas con maldiciones incluidas" así que he zafado de vaya a saber cuantas. Pero cada vez que alguien nuevo se agrega a mi lista de correo electrónico cae en el error de enviarme pepeeses.
Igual, no los culpo porque lo hacen en un acto desesperado, pero si culpo aquel que los crea. ¡Qué necesidad tiene de andar desparramando maldiciones por el mundo! Demasiados problemas tenemos para andar recibiendo más por correos electrónicos.
Pero así como existe quien larga las maldiciones por la web, supongo que las mismas personas deben tener el antídoto. Porque dicha persona, de rebote, también debe recibir uno que otro pps, sino se estaría perjudicando a sí mismo en cierta forma.
Así que: si alguien sabe el antídoto del pps que te larga la maldición "nadie te va a querer por el resto de tu vida, si no lo reenvías a 15 contactos en 30 minutos", por favor que me lo pase que recibí ese pps por quintuplicado el día de hoy, y creo que esto puede arruinar mi vida...
¡Qué lo parió!