lunes, 5 de diciembre de 2011

Reflexión acerca de los besos de desconocidos.


Cuando uno es chico, los padres nos enseñan que nunca debemos hablar con desconocidos, pauta que da a entender; que el besarse con un desconocido, no entra ni en la escala de prohibiciones.
Hace unos días, mientras esperaba que me pasasen a buscar por determinado y cheto punto de la ciudad, sentí que alguien me besó la mano; me asusté y la saqué rápido, miré y ahí estaba él, el susodicho de la foto. Me alivió notar que tenía cara de bueno.
Me alejé un poquito y seguí mirando al horizonte, esperando. Volví a sentir otro beso, esta vez en el brazo, hubo varios besos más. Me quise hacer la dura, pero me rendí y le hice mimos. Él me miraba tierno, yo le hacía mimos. Había más gente, pero se quedó conmigo.
Al rato me pasaron a buscar.
Iba en el auto y pensaba, en épocas que el amor escasea y se vuelve un concepto inalcanzable, no es tan malo recibir besos de un desconocido.